Si eres de los que empiezan a pensar en las fiestas navideñas en Semana Santa, casi como nosotros, has llegado al post adecuado. Os hablamos de una de las ciudades europeas que mayor número de mercados navideños tiene: Viena, y de Bratislava su vecina cercana.
Por experiencia propia podemos asegurar que toda la familia disfrutará a lo grande. A nosotros nos entusiasmó. Viena merece una visita larga en otra época para disfrutar de todos sus palacios y su encanto imperial. Pero sin duda en Navidad hace que vivas un auténtico cuento de Navidad.
La capital austriaca engalana sus plazas en estas fechas con una colorida decoración y con sus famosos mercadillos navideños que aumentan el encanto que de por sí ya tiene. Recomendamos aprovechar las mañanas para visitar los imponentes palacios de la Viena Imperial como el de Schönbrunn, Belvedere y Hofburg. Seguiremos así los pasos de la famosa emperatriz Sissi y podremos contemplar el famoso cuadro de “El beso” de Klimt.
Viena es también conocida como la ciudad de la música. En ella se celebra el concierto de Año Nuevo más famoso del mundo. Merece la pena una visita guiada a la ópera y asistir a alguna de las múltiples representaciones musicales como la de los Niños Cantores de Viena. Hay precios para todos los públicos e incluso algunas son gratuitas como el concurso de villancicos que se realiza en el ayuntamiento, que además es uno de los edificios más representativos de la ciudad. Nosotros estuvimos con nuestro peque que tenía 2 años y disfrutó mucho escuchando villancicos.
Para reponer fuerzas podemos hacer una parada en las numerosas tabernas vienesas y degustar sus famosos escalopes de ternera “Schnitzel” acompañados de una buena cerveza.
Los golosos también tienen su espacio en esta ciudad. Una parada obligatoria muy cerca de la catedral de San Esteban es el Hotel Sacher, en cuyo café se puede tomar la tarta más famosa del país y que ya se vende por todo el mundo. Es un lugar único que mantiene el encanto de antaño.
La receta exacta de la tarta Sacher original es uno de los secretos mejor guardados, pero se basa en chocolate negro, almendras y mermelada de albaricoque.
Una vez la tarde va cayendo es la mejor hora para visitar los mercados navideños porque la iluminación que tienen los convierte en mágicos. También es cuando van bajando más las temperaturas y por eso se suele ver a los lugareños tomando los ricos vinos dulces calientes conocidos como ponches, para entrar en calor. En ellos podremos comprar regalos navideños, complementos para los árboles de navidad, artesanía local y dulces caseros.
Destacamos los siguientes:
En la web oficial de turismo de la ciudad, se puede encontrar un mapa con la ubicación de todos ellos, con los horarios de apertura y con la programación de las actividades que se realizan en ellos
Si tenéis algún día más y os queda tiempo libre, recomendamos realizar una visita a la vecina Bratislava.
La capital de Eslovaquia está situada a tan solo 60 km de Viena, por lo que es una escapada perfecta para uno o dos días. Ambas ciudades están muy bien comunicadas mediante frecuentes trenes. Nosotros fuimos en un coche tipo Uber por comodidad, yendo los tres nos salía poco más caro. Con el carro y la maleta fue lo más fácil.
La capital eslovaca tiene un centro histórico precioso, que se recorre fácilmente, creemos que durmiendo una noche es suficiente para poder verla tranquilamente. Su comida es abundante, copiosa y muy rica y sus cervezas no mirad los precios.
Os recomendamos que si llegáis para ver los mercadillos, deis una vuelta por la noche por Hlavné námestie, la plaza mayor donde se encuentra el mercado. Nosotros llegamos el día 26 y ya estaban recogiéndolo.
Buscad las famosas estatuas que están repartidas por el centro como: Cûmil, quizá la más famosa, un trabajador que asoma de la alcantarilla; Napoleón apoyado en un banco; un fotógrafo; el señor que saluda con su sombrero de copa (justo antes de entrar en la plaza mayor)… Tenéis muchas por la ciudad.
También podéis hacer un tour gratuito guiado por la ciudad. Os recomendamos subir al castillo y ver las vistas desde allí y por supuesto no perderos la Iglesia azul.
Esperamos que si vais nos contéis vuestra experiencia. Para nosotros fue mágico y vivirlo con nuestro niño fue lo más bonito, él disfrutó de las luces, los colores, el ambiente festivo y nosotros de verle a él feliz. ¡Es una escapada muy recomendable!
¿Queréis vivir una navidad totalmente única?
Cumplid un sueño viajero y disfrutad de Nueva York en diciembre, sin duda una de las mejores ciudades para vivir una auténtica Navidad.
Os dejamos aquí el post.
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